Extrait d'une oeuvre (document en espagnol)
Cours : Extrait d'une oeuvre (document en espagnol). Recherche parmi 300 000+ dissertationsPar lolipopindou • 27 Novembre 2014 • Cours • 428 Mots (2 Pages) • 806 Vues
En Palacio, el Presidente firmaba el expediente, asistido por el viejecito que entró al oír que Ilamaban a ese animal. Ese animal era un hombre pobremente vestido, con la piel rosada como ratón tierno, el cabello de oro de mala calidad, y los ojos azules y turbios perdidos en anteojos color de yema de huevo. El Presidente puso la última firma y el viejecito, por secar de prisa, derramó el tintero sobre el pliego firmado.
- ¡ANIMAL!
- ¡Se ... ñor!
- ¡ANIMAL!
Un timbrazo..., otro..., otro... Pasos y un ayudante en la puerta. - ¡General, que le den doscientos palos a éste, ya, ya ! -rugió el Presidente; y pasó en seguida a la Casa Presidencial.
La comida estaba puesta. A ese animal se le llenaron los ojos de lágrimas. No habló porque no pudo y porque sabía que era inútil implorar perdón: el Señor Presidente estaba como endemoniado con el asesinato de Parrales Sonriente ... El sudor de la espalda le pegaba la camisa, acongojándole de un modo extraño. ¡nunca había sudado tanto!...¡Y no poder gritar para aliviarse Y la basca del miedo le, le, le hacía tiritar... El ayudante le sacó del brazo como dundo, embutido en una torpeza macabra: los ojos fijos, los oídos con una terrible sensación de vacío, la piel pesada, pesadísima, doblándose por los riñones, flojo, cada vez más flojo...
Minutos después, en el comedor:
- ¿Da su permiso, señor Presidente? - Pase, general. - Señor, vengo a darle parte de ese animal que no aguantó los doscientos palos. La sirvienta que sostenía el plato del que tomaba el Presidente en ese momento, una papa frita, se puso a temblar...
- Y usted, ¿por qué tiembla ?
-la increpó el amo. Y volviéndose al general que, cuadrado, con el quepis en la mano, esperaba sin pestañear:
¡está bien, retírese!
Sin dejar el plato, la sirvienta corrió a alcanzar al ayudante y le preguntó por qué no habia aguantado los doscientos palos.
- ¿Cómo por qué ? ¡ Porque se murió!
Y siempre con el plato, volvió al comedor.
- Señor -dijo casi Ilorando al Presidente, que comía tranquilo,dice que no aguantó porque se murió !
- ¿Y qué ? ¡traiga lo que sigue !
... Un leve movimiento en la puerta del comedor le hizo volver la cabeza. - Pase, general... - Con el permiso del Señor Presidente... - ¿Ya están listos, general?
- Sí, Señor Presidente... - Vaya usted mismo, general; presente a la viuda mis condolencias y hágale entrega de esos trescientos pesos que le manda el Presidente de la República para que se ayude en los gastos de entierro.
Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente (1932)
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