Le planteur

Dibujo anónimo de un plato francés de Creil y Montereau

-finales del siglo XIX-

El segundo documento es un plato francés de la famosa fábrica de cerámica de las poblaciones francesas de Creil y Montereau. Creada en 1840, conoció un periodo de expansión durante la segunda mitad del siglo XIX y debió su éxito en particular a los temas representados, característicos de toda la imaginería del siglo XIX – a la vez técnica, industrial, política y social, pero también mitológica, literaria  y artística a través de escenas de género, como es el caso con este plato. El dibujante anónimo representó en efecto una escena característica de la vida cotidiana en las colonias de América latina y más particularmente en Cuba – como lo señala la mención de La Habana en la parte inferior del plato-

Destacan en el primer término el dueño de una plantación con su esposa; ricamente vestidos, ambos están paseándose por sus posesiones, que se extienden en el segundo término. Los acompaña una criada respetuosamente situada detrás de ellos que los protege del sol con una larga sombrilla. El hombre, situado exactamente en el centro de la imagen, ostenta un puro en la mano, mientras a su izquierda aparecen grandes hojas de tabaco, signo de la explotación económica a la que debe su prosperidad. Se notará el cuidado del dibujante para representar los detalles de su atuendo, hasta el abanico que su esposa lleva en la mano, atributo femenino que junto con el tabaco fumado por su esposo denota la ociosidad, al contrario de los negros que están trabajando detrás de ellos. Inclinados sobre la tierra, su ropa rudimentaria y uniforme los identifica como los esclavos del terrateniente. Ocupan simbólicamente el segundo plano detrás de las hojas de tabaco del primer término, lo que por contraste permite destacar aún más a los dueños de la plantación que ocupan casi la mitad de la imagen afirmando así su dominación. El dibujante ha cuidado más de la representación de los amos que de los esclavos, cuya cara no es perceptible.

En el último término se vislumbra lo que corresponderá a los barracones de los esclavos^[a], en el lado opuesto de la casa hacienda de donde parecen salir los amos de la plantación. El amplio espacio que separa los dos edificios es otra manifestación del poder de una sociedad criolla que mantiene a sus esclavos al margen de su sociedad. La vegetación del primer término crea una barrera entre los dos mundos mientras las palmeras del fondo, puramente decorativas, contribuyen a la dimensión exótica de la escena, muy del gusto europeo a partir del siglo XVIII.

Esta escena de género describe la vida regalada y próspera en las colonias americanas que sin duda nutrían la imaginación de los europeos de finales del siglo XIX. Su reproducción en los platos cotidianamente utilizados por la burguesía europea contribuía a reforzar los estereotipos sobre este mundo olvidándose de toda consideración moral: los europeos que utilizaban estos platos se deleitaban con estas escenas presentadas como “decorativas” y exóticas  que se referían en realidad a un sistema inicuo de esclavitud sobre el que descansaba el poder de los amos de las colonias^[b]. A pesar de la vastedad del espacio que se abre en el fondo, la forma circular del plato corresponde perfectamente a la evocación de un mundo colonial cerrado que vive de la esclavitud de los negros y de la afirmación de su poder de dominación económica y humana. 

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